Thursday, June 21, 2007

... una precuela de Una Nueva Esperanza

Sábado, 29 de junio del 2002. Al día siguiente se disputaba la final del Mundial de Fútbol Japón-Corea entre las selecciones de Brasil y Alemania, aunque eso no era tan importante para nosotros, al menos no en aquel momento. Nos habíamos reunido a causa de un acontecimiento especial, el cumpleaños de Pipo Heredia, y -para no faltar a la costumbre- lo celebraríamos por todo lo alto (claro, sus pescados habían ingresado al residentado, y el hombre tenía más balas que el Loco A*** y los matones de Calín juntos).
Como ustedes saben, el circuito de diversión de Pipo es muy reducido: El Escarabajo, el Restaurante La Esquina Azul (creo que había otro que se llamaba Costa Azul), Risso, el Pepper´s, el Chifa El Dorado, el Chifa Hotel, El Salto del Fraile y esa cebichería en la 26 de Petit Thouars, infame lugar donde todos hemos caído de alguna u otra forma. Mis teorías al respecto son las siguientes:
1. Pipo se siente muy a gusto en esos lugares.
2. Pipo cree que son los únicos lugares que existen en Lima.
3. Si Pipo conoce nuevos lugares, el disco duro se le llena de información y sobreviene el colapso.
Para tan magna ocasión el local elegido fue La Esquina Azul, pagando el cumpleañero una fuerte suma de dinero, tanto por concepto de alquiler de local como por el banquete de rigor, sin mencionar el arsenal de botellas de vino, pisco y whisky que tendríamos a nuestra entera disposición. Conociendo la ya de por sí inevitable necesidad de Pipo de deshacerse de todo dinero que llega a sus bolsillos, la noche pintaba bastante bien para todos nosotros, más aun teniendo en cuenta que nada le importa más si de complacer a la futura madre de sus hijos se trata. La madre de turno: Rocío Talavera (solo por ese entonces, claro, porque desde que lo conocemos ha tenido como 20 madres de sus hijos, ¡la pony incluida!).

A Rocío la conocimos en El Mordisco, con motivo de un almuerzo de agasajo en honor a Pipo organizado por un grupo de pescados ingresantes al residentado de aquel año, un pequeño agradecimiento al Padrino por sus invalorables "servicios" prestados. El cuñado de Rocío, de apellido Colina, había ingresado a Cirugía Plástica, plaza ilegalmente obtenida por la que, según mis cálculos, había tenido que desembolsar (depositar en las cuentas bancarias de Pipo) un aproximado de 10,000 dólares. Un hecho que me causó gracia fue que apenas hubimos llegado al restaurante, Rocío no tuvo reparos en dispararle a quemarropa, y delante de todos, una pregunta comprometedora a su cuñado: "Ya pues Chicho, cuántos verdes has pagado, porque tú por la legal no has ingresado ni de a vainas", con la consiguiente sonrisa nerviosa-estúpida de Colina y la carcajada general de los concurrentes. Entre el respectivo brindis de honor y los comentarios de agradecimiento por parte de los pescados presentes, Rocío cayó en la cuenta que quien movía las fichas era el gran Pipo Heredia, por lo que el resto de la jornada se mostró muy cariñosa con el homenajeado. Como era de esperarse, el muy tonto, con su inherente inclinación a caer en picada, no tardó en sucumbir ante los encantos de la muchacha. Durante la siguiente semana Pipo le llenó la casa de regalos, joyas, le prestó plata (8 mil dólares), cenaron a diario en La Rosa Náutica, en El Salto del Fraile, etc, etc.

El Retorno de Pipo HerediaLlegado el cumpleaños de Pipo, ya en plena celebración -y luego de 6 días de... ¿romance?-, el generoso Padrino fue finalmente rechazado por una cruel e insensible Talavera, hecho que intentó remediar con una ingesta compulsiva de alcohol (la muerte lenta, estando hasta las huevas ya no se siente nada) bajo el incesante grito de: "Es una peeeerra" (ver post Una Nueva Esperanza para la continuación de la historia). Dieron las 5 de la mañana, así que enrumbamos a la casa club de Chorrillos a bordo del auto de Dennis a ver la final del Mundial. No lo tengo claro, pero creo que estábamos Franz, Dennis, ¿Ernesto?, Pipo (más ebrio que nunca) y yo; bajamos todos del auto, menos Pipo quien al grito de "¿Rocío Talavera?... es una peeeerra" no quería bajarse por nada del mundo, así que nos dispusimos a dejarlo dormir en el auto, mientras entrábamos a la casa y nos acomodábamos en la salita del SIN del segundo piso, silbatazo del árbitro y empezó el partido, señoras y señores.
De ese partido solo vi los primeros 20 minutos antes de caer privado, así que los goles de Ronaldo (incluida la cagada que se mandó Oliver Kahn en el segundo) sólo los vi por repetición. Lo que recuerdo en la nebulosa de la tranca y el desvelo fue la voz de la mamá de Dennis hablando por teléfono, creo que con un familiar, bastante molesta, ¿por qué?, por qué chucha será, déjenme dormir, carajo... apagón nuevamente, y a eso de las 12 del mediodía me despierto completamente sólo para enterarme de dos cosas: primero, que Brasil es campeón, y segundo (quizás no mundialmente, pero localmente bastante más importante) que, como recordarán, la última vez que vimos a Pipo estaba en el colmo de la embriaguez desparramado en el asiento del carro, bueno, la cosa es que durante la noche, dio, por primera vez para nosotros, la muestra de lo que vendría en años siguientes en algunas borracheras, su característica incontinencia fecal, soltando tremenda churreta en el asiento posterior del auto; no contento con eso, bajó del vehículo, se dirigió al baño, se duchó, no sin antes, con las manos llenas de mierda, decorar la cortina y paredes del baño del primer piso.
Espectáculo aparte fue ver al buen Pipo al momento de la retirada, con camisa de vestir, medias, zapatos y un short de colores proporcionado por Dennis, ya que su pantalón no tenía nada de presentable a la vista ni al olfato, llevándoselo dentro de una bolsa, abordando raudamente un taxi que pasaba por ahí.
Sobre la Talavera, resulta que fuimos algunas veces en el carro de cobranzas coactivas (ocasionalmente, para efectos del caso) y de Rally (siempre) de Franz, pero nuestros esfuerzos resultaron en vano, ya que nunca devolvió el dinero que Pipo le prestó. Nadie me quita de la cabeza la idea de que el plástico usaba a su cuñada para reducir, mediante desembolso, el costo de su plaza de residente. Hace poco me enteré que cobra sobreprecio a las gordas que acuden a su consultorio a hacerse la liposucción. Ese Colina resultó ser todo un timador.

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